Crónicas de la ínsula/ Cuauhtémoc Blas
Hay una extraña confianza en que la crisis del agua solo es una simple alarma, que no llegará a extremos más graves. Tanto los gobiernos como los ciudadanos están inmóviles, la preocupación no es del tamaño del problema, con visos de catástrofe. La reacción de gobiernos y ciudadanos no corresponde a esa magnitud.
La acción del Gobierno de Oaxaca de colocar grandes tinacos en algunas colonias de la ciudad de Oaxaca, sin ser anodina, es un pequeño paliativo, muestra, de paso, la carencia de proyectos de ese gobierno errático: no tiene ningún plan para atender realmente el problema. Bueno, así está en todo. No se diga del Ayuntamiento de Oaxaca, dedicado de tiempo completo a negocios y reelección.
PIPAS, CARÍSIMAS E INSUFICIENTES
Se ha dado la alarma de que en más de 300 de los 570 municipios de Oaxaca ya hay algún tipo de sequía, desde las incipientes hasta las extremas. En la ciudad de Oaxaca la carencia del líquido es una noticia cotidiana, colonias con 45 días sin recibir el líquido, vecinos que cierran calles desesperados. De hecho, el Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado (SOAPA) solo puede surtir de agua al 33 por ciento de los usuarios, los demás a las carísimas pipas.
Los negocios céntricos, restaurantes y hoteles, ya se surten casi de manera exclusiva por el servicio de pipas. Un servicio que, obviamente, nunca podrá sustituir el suministro de agua entubada pública, por lo que las pipas también escasean y sus precios han aumentado estratosféricamente, sin que eso asegure que es agua de calidad; al contrario, traen el riesgo de enfermedades estomacales, peores de las provocadas por el agua entubada de SOAPA.
Los dueños de las pipas argumentan que tienen que viajar más de 30 kilómetros de la ciudad de Oaxaca para conseguir el líquido, aunque hay algunos que se siguen surtiendo donde siempre; por ejemplo, en los pozos de Santa Lucía del Camino, donde estaba la fábrica de cal, desde temprano salen pipas surtidas de agua, una tras otra.
SEQUÍA, CAUDAL DE DESGRACIAS
Pero eso no es todo, junto a esta sequía viene un caudal de desgracias. Diversos productores agrícolas resienten la escasez del líquido, ganaderos que podrían sufrir con sus hatos. Agricultores que desde el año pasado perdieron sus cosechas en los Valles Centrales por la ausencia de lluvias. No habrá flores ni frutas suficientes, y todo se encarecerá de nuevo. Las presas de la entidad están al mínimo de su capacidad.
No es cierto que la educación es prioritaria, las escuelas no son atendidas y, como los hoteles, tampoco reciben el servicio, solo que las escuelas públicas no tienen dinero para comprar agua a las pipas. Los demagogos piensan que la educación no es negocio, pero es lo más importante.
La ignorancia aparentemente no mata, no en lo inmediato, como sí sucede en los hospitales públicos. El Hospital Civil “Dr. Aurelio Valdivieso”, se quedó sin agua, ¿sabemos lo trágico de esta carencia? Ese hospital es un caos, nunca sabremos cuántas personas fallecen por ese caos. Pero bueno, en ese hospital solo muere la gente más pobre de Oaxaca.
CUENTA REGRESIVA HASTA JUNIO, SI ES QUE LLUEVE
En los Valles Centrales, hace un par de meses inició la cuenta regresiva: a donde llegaba el agua cada semana pasó a ser de diez días, luego 15, luego 20, 45 días en este mes de marzo, y así proseguirá hasta que lleguen las lluvias de junio, esperemos que lleguen. La gente que no tiene para construirse una cisterna es la que más padece.
Cuidar el agua, reciclar, optimizar su uso, es tarea de los ciudadanos; ahorro que debe seguirse haciendo, a pesar de que la parte que le corresponde al Gobierno no se cumpla, al tener obsoleto el 70 por ciento de la tubería del sistema, con las grandes fugas de agua que esto supone, un 20 por ciento del total, dicen. Quizá sea mucho más, habida cuenta de tan grave daño en las tuberías.
Cuando se dice que el agua es vida, aunque es un lugar común, es exacto. Su carencia afecta todo, no solo es no tener agua en las casas, lo que es gravísimo, también afecta los servicios, la industria; desaparecen especies de la flora y de la fauna. Por eso es que la reacción de gobiernos y ciudadanos no corresponde a la magnitud del problema. El primero dedicado al negocio de la política; el segundo siempre carne de cañón.